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Compañía de teatro Kimvn : TREWA de Paula Gonzalez Seguel

Partageons les bonnes idées.

Por Maria Reyes

El pasado domingo 24 de octubre, a las 17h, se estrenó en el teatro Jean Vilar de la comunidad de Vitry-sur-Seine, la obra Trewa. Este amplio teatro tuvo el honor de acoger esta obra que se presentó sólo una vez en París y sus alrededores, y cuya gira ocurrirá en otras ciudades francesas, como Lyon o el Sur de Francia. El primer reto de Trewa ha sido, en tiempos de pandemia, presentarse junto a todos sus integrantes -actores y músicos- teniendo en cuenta la compleja gestión administrativa actual.

La rivalidad del espacio interior/ exterior

Entrar en el escenario de Trewa, es adentrarse en una típica casa rural del sur de Chile, con mesas y bancos de madera, con estufa de madera también, y desmesuradas ollas. Pero no hay que dejarse impresionar por la calidez y la comodidad del lugar estrecho, en el que habita una familia numerosa, ya que dentro, sigue muy presente la tragedia que la azotó: la repentina muerte de Macarena Valdés, una madre de familia, producto de un asesinato aún no resuelto. La vida de esta casa está marcada por los quehaceres del hogar, y las conversaciones de sus habitantes que le dan vida.

Afuera, es todo lo contrario, otro escenario se dibuja: un amplio abrigo de nieve ocupa el espacio, sólo hay nieve, y un profundo silencio, del que nace una música embriagadora. Afuera, es el bosque nativo chileno, que muchos extranjeros codician para la explotación de sus numerosos recursos. Es ante todo el lugar donde viven los Püllü en la cultura mapuche: los espíritus. Es el refugio que ha encontrado el espíritu de Macarena Valdés, la protagonista silenciosa, la defensora de esta naturaleza, que vela por su familia observándolos desde fuera, como un alma en pena en busca de justicia.

La historia de las víctimas

Un joven, que es en realidad el hijo mayor de Macarena, se hace cargo de contar las circunstancias extrañas de la muerte de su madre. Relata que su hermano menor que en la época tenía sólo 18 meses, fue el último en ver a Macarena viva y seguramente presenció la tragedia. Aparece él también, jugando afuera. Es un niño de unos 10 años que se pasa el día jugando en su mundo, con trenes y camiones. No habla, no se ríe y tampoco mira: lleva en su silencio la tragedia del testigo mudo.

La vida en el campo está marcada por las tareas del hogar. El abuelo, sale a buscar leña. Convive junto a Rubén, el viudo de Macarena y hablan de la posibilidad de hacer una segunda autopsia en el cuerpo de la difunta. Dos visiones se oponen entonces: la del abuelo, preocupado por no molestar a los espíritus, y la del viudo, preocupado por conocer la verdad sobre la muerte de su esposa.

Otra mujer llega desde lejos, y con malas noticias: su hijo Brandon sigue mal, después de que los Carabineros le hayan disparado 80 perdigones en el cuerpo. La madre está devastada, y en su angustia está la madre que asiste impotente al sufrimiento de su hijo. Esta realidad recalca la infancia sacrificada de los niños en el Wallmapu, quienes desde la más temprana edad son víctimas de la represión del estado.

“Se me está olvidando correr”, le dijo su hijo. Detrás de esta injusticia, la justicia muestra su cara: se pone del lado de los colonos, que ejercen una presión constante en estas tierras.

La historia se repite

La voz en off encara al espectador, y detalla los horrores de la historia chilena, apoyándose en cifras oficiales: reporta los estragos de la dictadura, y también los de la revuelta social: Chile es el país donde hay  más heridos en los ojos. Y corrobora, siguiendo la misma lógica, la persecución histórica del pueblo mapuche. Los reclamos actuales del “Chile despertó” reivindican el derecho a un estado plurinacional, a la autodeterminación de los pueblos originarios, y la liberación de los presos políticos.

El abuelo, que escucha el relato desgarrador de la madre de Brandon, no puede dejar de recordar su propia historia, 40 años atrás, cuando los soldados lo arrestaron y lo torturaron. El anciano cuenta todas las etapas por las que tuvo que pasar después de este episodio, desde su liberación hasta el reconocimiento de su condición de víctima con la comisión Valech.

El pueblo unido

Las tragedias que conoce el Wallmapu se repiten como un mal sueño. Los sueños, de hecho, que intervienen en la cultura mapuche como presagio y para anunciar cómo deben solucionar los problemas, también están presentes en esta obra.

La cultura mapuche se define en su mayor solidaridad como el espacio donde la palabra se libera, y donde todos unidos, se toman la mano frente a las adversidades. En la casa sureña donde transcurre la acción, todos son los bienvenidos, y todos comparten una comida en la mesa central.

Todos los integrantes de la casa, reunidos junto a otros que llegan desde fuera, se reúnen para una ceremonia en honor a Macarena.

Es uno de los momentos claves de la obra, en el que todos juntos, levantan la ceremonia en el bosque nativo. Se colocan frente al público, y cantan en mapuzugun, la lengua originaria del pueblo mapuche. Macarena también asiste a este conmovedor momento, y se instala en su casa, para no interrumpir la ceremonia. Se dirigen a su espíritu y ella, por mientras, se coloca las sandalias que no se había vuelto a poner y que seguían intactas, debajo de la cocina. Los sonidos del kultrung y del ñolkiñ resonan en ella, y en los espectadores de la obra. 

Toda la obra gira alrededor de la ausencia de Macarena, cuya alma no descansa en paz. La obra nos presenta los efectos de la desaparición de una víctima de la represión del Estado. Con la ceremonia, el Püllü de Macarena, que estaba en el bosque, se volvió visible para sus dos hijos, y Rubén con quienes podrá estrecharse quizás por última vez. Se volvió visible también para el espectador que descubre este país bajo otro ángulo, y la lucha de habitantes comprometidos, lejos de la imagen terrorista que quiere dar el estado.

En definitiva, esta obra comprometida defiende a quienes arriesgan su vida por la vida, por los ríos, por los bosques, por el agua. 

Santifica a la naturaleza, guardiana de saberes ancestrales, y de secretos milenarios, pero testiga también de las tragedias del Wallmapu : “el blanco de la Cordillera no es nieve, son huesos. Son sombras que la acompañan y esperan justicia”.


Canto en Mapudungun después de la obra Trewa

Site avec quelques notions pour apprendre le Mapudungun


TREWA de Paula Gonzalez Seguel. Compagnie théâtrale Kimvn.

Dimanche 24 octobre dernier, à 17h, la pièce Trewa a été présentée en avant-première au théâtre Jean Vilar de la commune de Vitry-sur-Seine. Ce grand théâtre a eu l’honneur d’accueillir cette pièce, qui n’a été jouée qu’une seule fois en Ile-de-France, et dont la tournée se déroule dans d’autres villes françaises, comme Lyon et dans le Sud de la France. Le premier défi de Trewa a été, en période de pandémie, de se présenter avec tous ses membres – acteurs et musiciens – en tenant compte de la gestion administrative complexe actuelle.

La rivalité entre les espaces intérieurs et extérieurs

Entrer sur la scène de Trewa, c’est entrer dans une maison rurale typique du sud du Chili, avec des tables et des bancs en bois, une cuisinière à bois et d’énormes casseroles. Mais il ne faut pas se laisser impressionner par la chaleur et le confort de cet endroit exigu, où vit une famille nombreuse, car à l’intérieur, la tragédie qui l’a frappée est encore très présente : la mort soudaine de Macarena Valdés, mère de famille, à la suite d’un meurtre qui n’a pas encore été élucidé. La vie de cette maison est marquée par les tâches ménagères et les conversations de ses habitants qui la font vivre.

A l’extérieur, c’est tout le contraire, un autre scénario se dessine : un large manteau enneigé occupe l’espace, il n’y a que de la neige, et un profond silence, d’où naît une musique enivrante. À l’extérieur, c’est la forêt indigène chilienne, que de nombreux étrangers convoitent pour l’exploitation de ses nombreuses ressources. C’est surtout le lieu où vivent les Püllü dans la culture Mapuche : les esprits. C’est le refuge trouvé par l’esprit de Macarena Valdés, la protagoniste silencieuse, la défenseuse de cette nature, qui veille sur sa famille, l’observant de l’extérieur, comme une âme en peine en quête de justice.

L’histoire des victimes

Un jeune homme, qui est en fait le fils aîné de Macarena, prend sur lui de raconter les circonstances étranges de la mort de sa mère. Il raconte que son jeune frère, qui n’avait que 18 mois à l’époque, a été le dernier à voir Macarena vivante et a très probablement été témoin de la tragédie. Il apparaît, lui aussi, en train de jouer dehors. C’est un garçon d’environ 10 ans qui passe ses journées à jouer dans son monde, avec des trains et des camions. Il ne parle pas, il ne rit pas, il ne regarde pas : il porte dans son silence la tragédie du témoin muet.

La vie à la campagne est marquée par les tâches ménagères. Le grand-père sort pour aller chercher du bois de chauffage. Il vit avec Rubén, le veuf de Macarena, et ils évoquent la possibilité de pratiquer une seconde autopsie sur le corps de la défunte. Deux visions s’opposent : celle du grand-père, soucieux de ne pas déranger les esprits, et celle du veuf, soucieux de connaître la vérité sur la mort de sa femme.

Une autre femme arrive de loin avec de mauvaises nouvelles : son fils Brandon est toujours mal en point après que les gendarmes lui ont tiré 80 plombs dans le corps. La mère est dévastée, et dans son angoisse, c’est la mère qui assiste impuissante à la souffrance de son fils. Cette réalité souligne l’enfance sacrifiée des enfants du Wallmapu, qui dès le plus jeune âge sont victimes de la répression étatique.

“Je ne sais plus courir”, lui a dit son fils. Derrière cette injustice, la justice montre son visage: elle se range du côté des colons, qui exercent une pression constante sur ces terres.

L’histoire se répète

La voix off confronte le spectateur, et détaille les horreurs de l’histoire chilienne, sur la base des chiffres officiels : elle rapporte les ravages de la dictature, mais aussi ceux de la révolte sociale : le Chili est le pays qui compte le plus de blessures aux yeux. Et elle corrobore, selon la même logique, la persécution historique du peuple mapuche. Les revendications actuelles du “Chili réveillé” revendiquent le droit à un État plurinational, à l’autodétermination des peuples autochtones et à la libération des prisonniers politiques.

Le grand-père, qui écoute l’histoire déchirante de la mère de Brandon, ne peut s’empêcher de se souvenir de sa propre histoire, 40 ans auparavant, lorsque les soldats l’ont arrêté et torturé. Le vieil homme raconte toutes les étapes qu’il a dû franchir après cet épisode, de sa libération à la reconnaissance de son statut de victime auprès de la Commission Valech.

Le peuple uni

Les tragédies que Wallmapu a connues se répètent comme un mauvais rêve. Les rêves, en effet, qui interviennent dans la culture mapuche comme un présage et pour annoncer la manière dont les problèmes doivent être résolus, sont également présents dans cette œuvre.

La culture mapuche se définit dans sa plus grande solidarité comme l’espace où la parole se libère, et où tous, unis, se tiennent la main face à l’adversité. Dans la maison du sud où se déroule l’action, tout le monde est le bienvenu et chacun partage un repas à la table centrale.

Tous les membres de la maison, rassemblés avec d’autres qui arrivent de l’extérieur, se réunissent pour une cérémonie en l’honneur de Macarena.

C’est l’un des moments clés de la pièce, au cours duquel tous ensemble, ils organisent la cérémonie dans la forêt indigène. Ils se tiennent devant le public, et chantent en mapuzugun, la langue maternelle du peuple mapuche. Macarena assiste également à ce moment émouvant, et s’installe dans sa maison pour ne pas interrompre la cérémonie. Ils parlent à son esprit et elle, entre-temps, met les sandales qu’elle n’avait pas remises et qui étaient encore intactes, sous la cuisine. Les sons du kultrung et du ñolkiñ résonnent en elle, et chez les spectateurs de la pièce.

Toute la pièce tourne autour de l’absence de Macarena, dont l’âme ne repose pas en paix. La pièce présente les effets de la disparition d’une victime de la répression étatique. Avec la cérémonie, le Püllü de Macarena, qui se trouvait dans la forêt, est devenu visible pour ses deux enfants, et Rubén, avec qui elle pourra être proche pour peut-être la dernière fois. Elle est aussi devenue visible pour le spectateur qui découvre ce pays sous un autre angle, et le combat d’habitants engagés, loin de l’image terroriste que l’état veut donner.

Au final, cette pièce engagée défend ceux qui risquent leur vie pour la vie, pour les rivières, pour les forêts, pour l’eau.

Elle sanctifie la nature, gardienne des connaissances ancestrales et des secrets millénaires, mais aussi témoin des tragédies du Wallmapu : “le blanc de la Cordillère n’est pas de la neige, ce sont des os. Ce sont des ombres qui l’accompagnent et attendent la justice”.

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