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Por Gonzalo Matner
La UDI al desnudo
Ayer, Juan Antonio Coloma declaró en un homenaje a Andrés Chadwick, que reunió a la UDI:
“No nos doblegarán. Nacimos para cambiar Chile. Más que nunca necesitamos recuperar Chile, que no nos arrebaten el país de las libertades, de la familia. Necesitamos enfrentar a la izquierda, que se quiere apoderar del país.”
¡Uf! El enemigo sigue siendo la izquierda, y los de la UDI siguen siendo los redentores que necesitan “recuperar Chile” para que no se los “arrebaten”.
Coloma se mostró como lo que en definitiva es: el último de los coroneles UDI en ejercicio que acompañaron a Jaime Guzmán en su proyecto mesiánico (“salvar a Chile” de la izquierda y de paso de la democracia cristiana), conservador (defender “los valores de la familia”, con mucha hipocresía de por medio, claro está), oligárquico (imponer en la institucionalidad el derecho de propiedad privada y la libertad empresarial por sobre cualquier otro derecho o libertad) y antidemocrático (apoyando primero una dictadura y sus crímenes, aunque digan con cinismo lo contrario, y luego una “democracia protegida” sin soberanía popular y siempre sujeta al veto de la minoría, la de ellos).
Coloma hace lo que en sicología se llama una proyección. Al atribuirle a la izquierda que “se quiere apoderar del país”, está en realidad hablando de sí mismo: es él y lo que representa -la oligarquía dominante- la que se ha apoderado del país (y desde luego en lo económico) y teme que otros se lo “arrebaten”. Ahí sigue estando el problema principal de la UDI, y del resto de la derecha: representa los intereses de la minoría oligárquica. Su declinación, aunque demore, ya muestra signos de ser irreversible. La rebelión social de fines de 2019 así parece demostrarlo.
Para la izquierda democrática chilena -me atrevo a tomar en esto la representación de muchos- la UDI no es un enemigo. Es un adversario a combatir y derrotar, por los medios de la democracia y la movilización social, para terminar con el veto y la dominación oligárquica en Chile y establecer un Estado social y democrático de derecho.
Nunca seremos como ellos. Nunca justificaremos respecto de ellos las violencias que ejercieron sobre nosotros. Y tienen un problema: mientras haya injusticia social (que incluye la injusticia de género) y ausencia de libertades reales en la sociedad chilena, habrá izquierda.
Hasta la vista
G.M
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